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Siempre hemos vivido en el castillo se ha convertido en uno de mis libros favoritos de todos los tiempos.
La prosa de Jackson es exquisita en más de un sentido, ya que la comida y su preparación forman parte de la narrativa de manera recurrente.
Adoré a Merricat, sus rituales, sus manías, sus secretos y paranoias. Es un personaje que genera ambigüedad, lo mismo el vínculo que mantiene con su hermana Constance.
Aquí el recorrido es más importante que el final en sí o la resolución del misterio. Jackson juega con el lector tal como lo hizo en Hill House. Es una novela que vale la pena analizar ya que contiene varias capas. Ideal para un club de lectura. Una autora que merece más reconocimiento.
Una prosa sencilla, como no podría ser de otra manera, porque casi todo nos lo cuenta una joven de 18 años. Por otro lado, tampoco me ha llegado a atrapar la historia, ni me ha provocado mayor interés el relato.
No he llegado a meterme tanto en la historia como para ver algo tenebroso o gótico en ella. La autora, casi de puntillas, da retazos del crimen cometido sin hablar abiertamente de él.
Libro gótico donde los haya. Shirley crea una atmósfera dentro de la casa magnifica donde parece que habite la maldad, y no le falta razón. El miedo de la morada y de los habitantes de éstos hacen que la gente del pueblo les tenga miedo. Es un gran libro que en su época causaría impresión.
Interesante historia de tintes góticos con un final algo imprevisible. Una lectura fácil y recomendada.
Una pequeña joya. La sutil y ligera prosa de Jackson hace que la historia fluya armónicamente y sin que te des cuenta por pasajes oscuros y tenebrosos. Altamente recomendable.