Resumen y sinopsis de Nunca nos contamos lo que pasó de Natalia Junquera
Un nuevo director llega al periódico El Día. Es un mal profesional, la redacción no lo respeta y él decide imponer su autoridad sembrando el miedo con castigos ejemplarizantes. Belén, una de las represaliadas, opta por cogerse una excedencia después de que Jaime, un forense que dedica su tiempo libre a abrir las fosas comunes del franquismo, le enseñe la misteriosa carta de un anciano que pide ayuda para morirse en paz y recuperar los restos de una mujer, Matilde, fusilada en 1936. Con su vida patas arriba, recuperándose de una relación tóxica y de otra imposible, la periodista se traslada a un pequeño pueblo de Ávila para tratar de hacerlo hablar. Una novela sobre el poder reparador de la verdad. Una carta de amor al periodismo.
En el libro seguimos los pasos de Belén, una periodista que trabaja en El Día. Después de un cambio de jefe, el diario se ha convertido en el hazmerreír de la profesión. Harta, Belén se pide una excedencia que dedicará a ayudar a Lorenzo, un hombre que, desde Francia, les pide ayuda para encontrar los huesos de dos personas fusiladas durante la Guerra Civil. Para ello, la protagonista se muda a Cuevas, donde ocurrió todo y a cuyos habitantes aún les pesa el silencio de tantos años.
La novela está estructurada en 16 capítulos; aunque la mayoría están contados desde el punto de vista de Belén, en la actualidad, hay algunos capítulos intercalados que cuentan la historia de los personajes de Cuevas de 1936. Esos han sido mis favoritos.
Mi problema con el libro es que está muy desequilibrado. Es bastante corto y la primera parte está demasiado centrada en retratar lo que es ser buen periodista y lo mal que está el periódico para el que trabaja Belén; en resumen, tarda mucho en entrar en materia.
Tampoco me ha entusiasmado la gran cantidad de personajes que hay, porque de este modo no se profundiza demasiado en ninguno de ellos. Llegó un momento en que no sabía ya de quién estaban hablando, durante la investigación dan muchos saltos entre un informante y otro y el lector puede perder el hilo con facilidad.
Me encanta leer novelas donde la memoria histórica es un eje principal, pero en esta ocasión me ha faltado emoción y garra. He sentido que la protagonista se dejaba llevar por la historia, por los hilos de los que estaba tirando, pero no había una intención real de buscar justicia ni ella estaba realmente involucrada.
Yo, que soy de conmoverme con facilidad, he sentido muy poco con «Nunca nos contamos lo que pasó», me ha dejado fría. Todo pasaba muy rápido y, con tal cantidad de personajes, no he llegado a conectar.
Periodismo, desparecidos de la Guerra Civil y choque de intereses se dan cita en esta historia corta, la cual se lee de un tirón.