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Quisiera redundar en lo dicho en anteriores comentarios, pero además creo que para el siglo XX habría que añadir un nuevo género literario que es el de los recuerdos y testimonios de los campos y gulags. Semprún es tajante en su condena a los totalitarismos y es honesto al reconocer su ceguera ideológica de juventud. Una narración, además, impecable.
Una historia que no deja impasible a nadie. Refleja la crueldad por la que tuvieron que pasar muchos de los nuestros, asi como las diferentes artimañas utilizadas por el autor pra poder sobrevivir en el horror.