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Precioso libro, emocionante a ratos, leerlo produce una inmensa sensación de paz; por demás la autora trufa su experiencia con innumerables muestras de erudición que en ningún caso resultan supérfluas ni pedantes. Devoré sus páginas casi de un tirón. Su espiritualidad, sensibilidad y cierta dosis de excentricidad quedan reafirmadas y matizadas por un desarmante sentido común y un pragmatismo envidiables. Solamente me sobran algunas reflexiones místicas, pero tal vez se deban a que la autora está divorciada de un pastor protestante.