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La novela perdida de Nikolái Gógol que le costó la cordura

AutorAlfredo Álamo el 23 de agosto de 2018 en Divulgación
  • Gógol es considerado como uno de los más grandes autores rusos.
  • Murió tras días de locura.

Retrato de Nikolái Gógol.

Nikolái Gógol publicó Almas muertas, su obra más conocida, en 1842, siendo considerada como la primera gran novela moderna de la literatura rusa. Pese al origen noble de Gógol, el autor pasó gran parte de su vida trabajando como funcionario zarista, al mismo tiempo que escribía algunos relatos breves de gran calado, como El capote o La nariz. La sátira que impregnaba su prosa apareció también en Almas muertas.

Gógol, además, era un hombre de profundas convicciones religiosas ortodoxas. Esto también se dejó notar en su estilo literario, así como en su vida. Almas muertas le dio la fama, como también lo hizo la novela histórica Tarás Bulba, pero su visión un tanto ácida y quijotesca sobre la Rusia zarista le granjeó algunos incómodos enemigos en sus círculos sociales.

Y es que Almas muertas presentaba una Rusia casi medieval, con unos nobles hambrientos de poder y con pocas convicciones morales que hacían y deshacían a su antojo con los siervos que dominaban. Codicia, corrupción, paranoia… todo se junta en un protagonista que reflejaba lo peor de las clases pudientes de la época.

Gógol recibió no pocas críticas por esta novela que no era del gusto de muchos que se veían descritos en sus páginas. De hecho, la presión afectó bastante al autor, que decidió peregrinar a Jerusalén en 1848 con la intención de abrazar con más fuerza la fe ortodoxa y dejar atrás otros pensamientos.

De hecho, Gógol había escrito la continuación de Almas muertas, bajo el título de Almas blancas. Quizá su idea era tratar de arreglar, hasta cierto punto, el descrédito que había creado sobre la clase noble rusa. A su vuelta de Jerusalén, y bajo la influencia de un sacerdote ortodoxo, Gógol lanzó la novela a las llamas de su chimenea.

Hay que decir que pese a los intentos de Gógol de revertir su trabajo anterior, se cuenta que era incapaz de abandonar la sátira, lo grotesco y lo surreal a la hora de describir la situación que se vivía en Rusia en aquellos años. Cansado y enfebrecido, no pudo aguantar más y cedió a la presión.

Tras este acto impulsivo, Gógol se arrepintió. Falto de fuerzas, cayó en una espiral depresiva que le impidió retomar la escritura y se encerró en casa, sin levantarse de la cama. Pese a la insistencia de sus amigos y familiares, rechazó toda comida y apenas se mantuvo vivo durante unos días más. Nunca se perdonó haber quemado su última obra.

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Nikolái Gógol
Alfredo Álamo

(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.

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