Drácula (2013): La serie de televisión

Si estabas esperando una adaptación cercana al libro original de Bram Stoker en la serie de televisión Drácula, protagonizada por Jonathan Rhys Meyers, me temo que vas a llevarte una enorme decepción. La serie, creada por Daniel Knauf -a quién muchos veneran desde su magnífica creación para la HBO, Carnivale– utiliza del vampiro de Transilvania el nombre y algo, tampoco demasiado, de su leyenda. Es más, en ocasiones parece tomar más elementos del Drácula de Coppola que del de Stoker.

Así pues, que nadie espere ver de nuevo la misma historia de Drácula viajando a Inglaterra tras haberse encargado de Renfield y Harker, ni tampoco la confrontación con Van Helsing. Alejado totalmente del canon novelesco, los guionistas han decidido reinventar la historia de Drácula, creando un enemigo mayor para la humanidad que el propio vampiro: la Orden del Dragón.

La estética sigue siendo victoriana, pero con grandes cambios frente a una apariencia clásica. Se llevan el cuero y los escotes, además de una imaginería steampunk muy de moda en la actualidad y que le da un aspecto original. Sigue siendo oscura, desde luego, pero también abunda en la saturación de colores. En cuanto a las tramas de seducción, Rhys Meyers ejerce de vampiro chulazo que marca abdominales y se las lleva de calle.

Entonces… ¿la serie está bien? Pues… a pesar de su distancia a la historia clásica y las notables diferencias, yo diría que mantiene unos puntos de similitud, como son la fascinación de Drácula por el progreso, su soledad… el proceso de instalarse en Londres, su encuentro con Mina Harker… momentos que recuerdan de lejos al original. En cualquier caso la pregunta es si tenían en mente hacer esta serie con Drácula de protagonista o iban a meter un antiguo y poderoso vampiro, sin más. La elección parece más pensada al gancho del título que a la historia, la cual, en cuanto aceptas que no tiene que ver con la de Stoker, resulta de lo más entretenida y pulp.