Kevin Canty

Me lo he dejado a la mitad: ni he sido capaz de terminármelo, a pesar de que es bastante corto. En primer lugar, no me parece que Canty escriba demasiado bien. Hay algún buen párrafo, pero el estilo general del libro es de lo más simple. Las relaciones de los personajes me parecen demasiado forzadas: no resultan creíbles, en realidad no ocurre nada. Los protagonistas están encerrados en una espiral de pesimismo y alcohol que nace de la nada. En especial me chirría el personaje de Layla: yo diría que el autor conoce a pocas jóvenes de diecinueve años. En fin, uno de esos libros que triunfan porque lo ha escrito un americano.

Ninguno de los relatos cortos que componen el libro me ha gustado. Son aburridos y absurdos, sin empaque, alejados de nuestra realidad. Empiezan bien, parece que vas a encontrar algo bueno, y luego se desinfla, dando un giro innecesario que no acabo de comprender y la historia va perdiendo fuelle y entrando en una forma de escribir inútil y estúpida. Lo siento. No me ha gustado nada, nada.