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La lenta muerte de todos los libros

AutorAlfredo Álamo el 21 de octubre de 2019 en Divulgación
  • Desde el momento de su impresión, empieza su decadencia.
  • Hay poco que se pueda hacer por ellos.

Libro antiguo con moho.

Mira los libros que componen tu biblioteca. Algunos serán nuevos, otros llevarán allí un par de décadas, y unos pocos serán de segunda mano, acumulando años y años. Todos están muriendo. La vida media de un libro sin cuidados especiales sobre temperatura y humedad oscila entre 30 y 100 años. Todo depende de la calidad del papel y la tinta, pero hay que tenerlo claro: los libros no son eternos, como muchas veces podemos pensar.

El culpable principal de este proceso de decadencia y desaparición está dentro de los propios libros. Estamos hablando de la lenta acidificación de las páginas, una destrucción inevitable que depende del momento de impresión y de la calidad del libro. Resolver el problema es difícil y lento, existe un espray que introduce un agente que neutraliza la alcalinidad, pero no arregla daños anteriores y su aplicación es tan laboriosa como cara.

De hecho, las bibliotecas han optado por la digitalización de sus fondos en lugar de gastar el dinero en conservar libros publicados en el sigo XX o XXI, a menos que sean obras únicas por algún motivo. La mejor manera de conservar el conocimiento y los detalles de cada libro es pasar por el escáner.

Si os preguntáis por qué sucede este proceso, hay que ir a los inicios de la imprenta y el mercado literario actual, que nació a mediados del siglo XIX. Era difícil encontrar buen papel y se apostó por un trabajo de reciclaje que incluía numerosos productos químicos para obtener una buena textura y un color adecuado. Esto hace que, a la larga, el papel se vuelva quebradizo y se rompa con solo pasar una página. Es como si se quemara lentamente de dentro hacia fuera.

Los libros impresos en papel de mayor calidad aguantan mucho más tiempo, pero la química necesaria para su creación sigue ahí, destruyéndolos poco a poco. Si las condiciones ambientales son ideales, los libros envejecen mejor, facilitando una futura restauración. Pero hay que tenerlo claro, es muy difícil que los libros que tenemos hoy en día, sobre todo los de bolsillo o de ediciones baratas, superen los 100 años de vida.

Puede que digitalizar nuestros libros sea la solución para que, en un momento dado, podamos volver a imprimir las páginas que se vayan perdiendo y colocarlas de nuevo en su lugar. O tal vez, para leerlos sin más, echando de menos, como buenos nostálgicos, el suave tacto del papel en nuestras manos.

Alfredo Álamo

(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.

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