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Cómo mantener tu biblioteca limpia y en perfecto estado

AutorAlfredo Álamo el 11 de septiembre de 2019 en Divulgación
  • Hay que planificar limpiezas periódicas.
  • El mantenimiento básico es necesario.

Guantes de limpieza.

Empiezas a comprar libros y ya no hay final. Con los años, tu biblioteca irá creciendo y creciendo, ocupando cada rincón de tu casa. Así que es mejor que vayas pensando bien dónde vas a meter los libros que llegarán, porque llegarán, tenlo claro, y el mantenimiento que les vas a dar para que no acaben llenos de polvo y bichos. Una biblioteca puede convertirse en un nido de suciedad si no sigues una serie de buenas prácticas.

Lo primero, el polvo. Enemigo número de la biblioteca y tu salud. Desde ya, si puedes conseguir estanterías cerradas, hazlo. Cuanto menos polvo se meta dentro de la biblioteca, mejor. Enemigo número dos, la humedad. Busca los lugares más secos de casa para almacenar los libros. No estamos hablando de que reciban luz directa del sol, que tampoco es bueno, pero piensa en los libros como plantas de interior: ambiente luminoso. Y lo mismo que para el polvo: puertas.

El mantenimiento básico es sencillo, quitar el polvo como a cualquier mueble, o todas las semanas o cada dos. Si ves que un libro ha acumulado demasiada suciedad, lo mejor es que le pases un paño húmedo, retirando con cuidado la capa de polvo y, probablemente, pelos de gato. Atención también a los huecos entre libros o detrás de ellos, que acumulan más suciedad de lo que parece.

A todos nos gusta el olor de los libros viejos, que no es otra cosa que la propia descomposición de los componentes químicos del papel y la tinta, pero lo cierto es que, en ocasiones, los libros de segunda mano vienen acompañados de otro tipo de olores más desagradables. Uno de ellos, de los más comunes, suele ser el del tabaco. No es fácil deshacerse de él. Hay varios remedios, aunque meter el libro en una bolsa de plástico con un poco de bicarbonato suele ayudar bastante.

En el caso de que tengamos libros con páginas sucias, la cosa se complica. Como mucho, podemos aplicar un algodón humedecido levemente y frotar con cuidado, teniendo en cuenta el estado del papel. Si está quebradizo, es mejor no insistir. Si todavía está flexible, podemos apretar un poco más. En el caso de humedades, hay que secar bien las páginas con un secador de mano o un ventilador. También se puede poner un papel secante entre páginas si es que están demasiado mojadas.

Lo ideal es seguir el mantenimiento básico: buena conservación, buena localización y una limpieza constante. Tanto los libros como tu salud lo agradecerán, ya que evitarás la proliferación de ácaros y evitarás la llegada de insectos capaces de comerse poco a poco las páginas de tus queridas novelas.

Alfredo Álamo

(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.

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