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La pasión de los autores del fantástico por los mapas

AutorAlfredo Álamo el 25 de octubre de 2018 en Divulgación
  • ¿Por qué se usan tanto los mapas en las novelas de género?
  • Dibujar es un placer al que algunos autores no pueden renunciar.

Mapa de fantasía medieval.

Uno de los primeros recuerdos que tengo como lector es abrir una delicada edición de El Señor de los Anillos y quedarme embobado mirando el mapa que describía la Tierra Media. De un solo vistazo, y antes de empezar a leer, el autor ya me estaba advirtiendo que me iba a encontrar no solo con un mundo rico y detallado, sino también con un largo viaje. Así, con una sola lámina, las expectativas subieron una barbaridad. Pero ¿por qué hay autores que no pueden evitar poner estos mapas al principio de sus novelas?

Los mapas. Ellos mismos ya ejercen una fascinación por poner nombre y forma a lo desconocido. Así ha sido desde tiempos inmemoriales y parece que sentimos una especie de respeto ritual por ellos. Uno de los primeros mapas imaginarios aparece en Utopía, de Tomás Moro, publicado en 1516, aunque las intenciones de su autor estuvieran lejos del resto de autores del fantástico.

Quizá fueron inklings como Tolkien o C. S. Lewis los que difundieron esta costumbre. Ambos eran apasionados de épocas pasadas y enamorados de los viejos mapas dibujados a mano por viajeros y comerciantes. El mapa de El Señor de los Anillos es todo un icono popular, pero los dibujos de Narnia tampoco le van a la zaga.

Pero no pensemos que es solo una estrategia para fascinar al lector o para cumplir un viejo sueño como autor. En realidad, cuando se trabaja en mundos de fantasía, donde las distancias, la orografía y la disposición de las ciudades dependen solo de la imaginación del escritor, a veces se hace necesario -yo diría imprescindible- crear un mapa para uso propio.

Sí, como autor que se enfrenta a un mundo nuevo, no es de extrañar que necesites plasmar en un dibujo dónde está cada ciudad, cómo de grande es el océano que las separa y en qué lugar aparece esa cordillera que los protagonistas tendrán que atravesar. Eso ayuda, de un solo vistazo, a condensar el mundo al que te enfrentas, a calcular distancias y definir territorios.

También puedes decidir no hacerlo. Puedes renunciar al mapa y jugar con los lectores a que la imaginación de cada uno moldee el mundo que presentas, no es algo necesario. Lo cierto es que se ha convertido en una costumbre y en algunos libros de fantasía actuales tenemos el mapa del mundo, del reino, de la comarca y de la ciudad. No hay más que leer un libro de Brandon Sanderson para comprobarlo.

Según Philip Pullman, el conocido autor de La brújula dorada: «Escribir es un trabajo hosco. Dibujar es pura diversión. Dibujar un mapa que va con una historia es ponerse a jugar un rato, con la diversión añadida de poder colorearlo».

Existen varios libros dedicados a los mapas literarios, como la Guía de lugares imaginarios (Alianza) y varios atlas dedicados a estos curiosos mundos. Hace poco se ha editado The Writer’s Map, con una recopilación de mapas, bocetos y entrevistas a autores que disfrutan con esta curiosa tradición entre el dibujo y la escritura.

¿Y vosotros? ¿Os gusta un buen mapa en las primeras páginas de un libro o preferís dejar volar la imaginación por vuestra cuenta? Os esperamos, como siempre, en los comentarios.

Vía: Atlas Obscura

Alfredo Álamo

(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.

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