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Petit Albert, el libro que popularizó la magia

AutorAlfredo Álamo el 29 de agosto de 2018 en Divulgación
  • Este libro de hechizos se hizo popular en el siglo XVII.
  • Su difusión fue el mayor avance de la magia.

Pentáculo Wicca.

Si la invención de la imprenta resultó un cambio global, logrando una mayor difusión de la ciencia, la filosofía y la religión, no es de extrañar que, tarde o temprano, esa facilidad para la edición llegara a un grupo de conocimientos normalmente reservados para unos pocos iniciados, como la magia o el esoterismo. El Petit Albert apareció en 1668 y al poco tiempo se extendió como la pólvora por todo el mundo.

Asociado a otro gran grimorio mágico, el Gran Albert, obra del teólogo y filósofo Alberto el Grande en el siglo XIII, que tuvo sus propias peripecias hasta encontrar una forma definitiva, el Petit Albert es un revoltijo, una acumulación de numerosos hechizos y textos mágicos de origen medieval.

Ahí podemos encontrar textos de Alberto el Grande, pero también de otras figuras míticas, como Paracelso. Es un grimorio que acumula numerosas leyendas y costumbres europeas al margen de la religiosidad tradicional, lo que lo convierte en un documento histórico de primer nivel. Sobre todo, porque a cada nueva edición que se realizaba, el contenido se iba ampliando.

Como era de esperar, a la Iglesia Católica no le hizo demasiada gracia la aparición de este libro, un contenedor de magia y hechizos, pese a que se vinculaba más a la magia natural y pagana que a la brujería satanista que tanto le molestaba. De hecho, en el siglo XIX acabó por asociar al Petit Albert a la magia negra.

Esto no acabó con la popularidad del libro. Es curioso que sobreviviera, pero es que los propios lectores trataban de “cristianizar” el volumen. Algunos hasta escondían el volumen debajo del altar de la iglesia para que se convirtiera en bendito. Esto se hizo tan común que muchos sacerdotes comprobaban que no hubiera ningún libro escondido antes de dar misa.

Es curioso también que la Iglesia Católica tratara de prohibirlo ya en el siglo XIX, tras varios cientos de años de publicación continua. Se maneja la teoría de que los vendedores ambulantes y de segunda mano hicieron hincapié cada vez más en su carácter satánico y peligroso, en busca de nuevos clientes que querían emociones fuertes.

Se calcula que desde su primera edición, el Petit Albert llegó a vender casi 40.000 libros por año, sobre todo gracias a los vendedores ambulantes. Era una mezcla de magia, fantasía y que incluso presentaba recetas de cocina… casi imposibles de realizar debido a sus extraños ingredientes.

¿Qué incluía? Pues desde hechizos sobre magia sexual a métodos para mejorar la agricultura o ahuyentar alimañas o animales como los lobos. Recetas de cocina, o fórmulas para hacer distintos tipos de jabón. También tenía algunos hechizos más perversos, como la famosa mano de gloria: una vela hecha con la mano de un ahorcado.

También tenía un punto más avanzado: creación de talismanes, cálculos cabalísticos y horóscopos, además de sutiles hechizos para influir en los demás y conseguir el éxito. Esto hizo del Petit Albert un libro igual de fascinante para agricultores como para miembros de la aristocracia.

Alfredo Álamo

(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.

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