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¿Tiene sentido usar un seudónimo en la era digital?

AutorAlfredo Álamo el 3 de julio de 2015 en Opinión
  • Durante siglos los autores han ocultado su identidad bajo nombres falsos.
  • Hoy en día la conexión entre autores y lectores pone en entredicho su utilidad.

joven encapuchado con una sudadera de noche en un puente de madera.

A lo largo de la historia los seudónimos se han utilizado por varias razones, tanto para diferenciar una vida laboral de otra artística, como para comprobar si el éxito de los libros publicados venía por un nombre convertido en marca en lugar de por la fuerza de su narrativa. También los hay que consideraron sus verdaderos nombres poco interesantes o que decidieron usar nombres y apellidos anglosajones para evitar prejuicios -algo muy común en literatura de género-. Pero estas prácticas parecen poco interesantes o efectivas hoy en día, ¿cuál podría ser la razón?

La mayoría de editores van a estar en contra del seudónimo. A día de hoy, la conexión mediante redes sociales funciona a pleno rendimiento y tener a escritores nuevos que no se integren con sus lectores da verdaderos dolores de cabeza. Sí, claro, se puede crear un perfil e identidades falsos, pero a la larga se nota. Siempre les falta vida.

Otro punto en contra de usar seudónimos, sobre todo si eres un autor conocido, es la dificultad de mantenerlo en secreto. El caso más conocido sería el de J. K. Rowling, que vio desenmascarada su identidad como Robert Galbraith poco tiempo después de sacar su primer libro. Hasta existe un software que analiza los textos y te puede decir quién es su verdadero autor.

Llegados a este punto, el seudónimo enmascarador y secreto deja de tener sentido. Si tienes que estar en contacto con el público y además te pueden analizar de arriba a abajo para descubrir quién eres, en el futuro será mucho más complicado mantener el anonimato, sobre todo si te quieres dedicar a escribir de manera profesional o tienes cierto éxito.

Otra cosa, claro, es el uso de diferentes nombres sin miedo a ser identificado. El caso más claro lo tenemos en John Banville y Benjamin Black, dos nombres para un mismo autor, en el que cada uno escribe sobre cosas completamente diferentes. Todo el mundo sabe que es el mismo escritor y no pasa nada.

¿Y vosotros? ¿Os gusta saberlo todo de vuestros autores o preferís el aura de misterio que puede otorgar un seudónimo? Os esperamos, como siempre, en los comentarios.

Alfredo Álamo

(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.

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