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Las mejores historias mitológicas (III)

AutorGabriella Campbell el 11 de octubre de 2013 en Divulgación

Tu Er Shen

Como muchos sabréis, otra mitología repleta de belleza y de historias curiosas es la china. Sus leyendas están llenas de afecto por lo maravilloso: por la magia, los hechizos, las pociones y las criaturas extraordinarias. Es difícil elegir en un fondo tan inmenso de textos, pero una de las historias que me ha resultado más llamativa ha sido la de Tu Er Shen, el dios conejo, la divinidad que protege y ayuda a los hombres homosexuales.

Tu Er Shen era, en principio, un hombre mortal, llamado Hu Tianbao. Se enamoró con locura de un magistrado local, que era guapo e inteligente, y lo seguía allí donde iba. Finalmente, lo pillaron espiando al magistrado mientras este estaba desnudo (o haciendo sus necesidades, la información que he encontrado es confusa en este aspecto). El magistrado montó en cólera e hizo que lo apalearan, hasta que confesó que su crimen se debía al hecho de que estaba enamorado del hermoso funcionario. Esto no hizo sino incrementar la ira del objeto de su afecto, quien ordenó que siguieran apalizándolo hasta su muerte.

A los encargados del inframundo esto les pareció muy injusto, ya que el pecado de Hu Tianbao había sido por amor, y consideraban que la muerte había sido un castigo muy extremo. Así que le concedieron dones divinos, y pudo aparecérsele a un conocido suyo del distrito de Fujian, a quien le explicó su nuevo carácter sobrenatural y le solicitó que construyera un templo en su honor. El culto a la nueva divinidad, Tu Er Shen, se propagó con cierta rapidez y bastante cariño, y en varias provincias de China pueden todavía encontrarse templos, imágenes y referencias a su seguimiento. La imagen más conocida de su culto es la de dos hombres que se abrazan, uno mayor y otro más joven (lo que nos recuerda a la relación entre erastés y erómeno en la tradición griega), si bien más adelante, con la influencia del cristianismo y de ciertas escuelas budistas y taoístas, esta imagen comenzó a atribuirse a una simple relación de hermanos o incluso de hombres luchando uno contra otro.

No es la única historia que relata deseo y amor homosexual en la tradición mitológica china. Era corriente en esta textualidad, por ejemplo, que los espíritus o xian buscaran mantener relaciones con seres humanos, para lo que adoptaban forma corpórea; a estos seres poco parecía importarles el sexo de su amante. En otras ocasiones la relación homoerótica responde a otra necesidad: según la creencia en el karma, amantes que en otras vidas eran de sexos opuestos podían reencontrarse en una nueva vida como miembros del mismo sexo, como ocurre en la leyenda del sabio y del hombre zorro, donde el sabio había sido una hermosa mujer que había preferido quitarse la vida antes que ser violada por bandidos. Como en el budismo tradicional se consideraba que la condición masculina estaba por encima de la femenina, la mujer fue recompensada por su castidad reencarnándose en hombre, mientras que su amado marido, que acabó por unirse a los mismos bandidos y llevar una vida malvada, se reencarnó en un zorro. Buscando a su querida esposa, consiguió gracias a la alquimia transformarse de nuevo en hombre. Al encontrarse con el sabio que en otro tiempo había sido su mujer, el hombre zorro no tuvo ningún problema para mantener relaciones con este, perpetuando la noción de que, en el amor de verdad, el sexo de cada uno es lo de menos.

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