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Cómo ha cambiado el cuento (II)

AutorGabriella Campbell el 24 de septiembre de 2012 en Divulgación

Fables

En la primera entrega del artículo hablábamos de la evolución que habían sufrido algunas narraciones infantiles clásicas, y en lo sorprendente que resulta ver cómo, a lo largo del tiempo, se han ido perdiendo algunos de los aspectos más terroríficos o simplemente desagradables de los cuentos. Un ejemplo claro en este sentido es la versión moderna de La sirenita, que en el relato original de Andersen vendía su lengua por unas piernas, por unas extremidades de lo más incómodas que le producían un dolor insoportable a cada paso que daba.

Pero puede que el doloroso asunto de las piernas no sea el más cruel, ni es el único aspecto que el cine y la literatura se han empeñado en modificar con el paso de los siglos. La sirenita es una gran historia de amor, en la que la protagonista sacrifica su tesoro más preciado, su voz, por la posibilidad de convivir con el hombre al que ama. Solo que en la narración original no es exactamente así. Si bien la sirena se enamora del príncipe, al que observa de lejos en su primera visita al mundo exterior, descubre que, de conseguir que el príncipe corresponda a su devoción, ella obtendrá un alma inmortal como la de los humanos (en el cuento de Andersen, las sirenas viven mucho más que los hombres, unos trescientos años, pero carecen del alma inmortal que permitiría a los humanos vivir para siempre tras su muerte física). Realmente no queda claro si la motivación principal de la protagonista es el amor o el deseo de vivir para siempre. En cualquier caso, como en las mejores y más absurdas tragedias, el príncipe termina por enamorarse de otra: una princesa de un reino vecino que resultó ser la misma joven que lo rescató de su naufragio (realmente había sido la sirena quien le había salvado la vida, y he ahí el giro desafortunado de la trama). La sirena tiene un dilema final: si mata al príncipe con una daga que le ha concedido la misma bruja que le cortó la lengua, recuperará su cola; si no lo hace perecerá al amanecer, convertida en espuma de mar. Al tomar la decisión más noble y negarse a asesinar a su amado, la sirena se redime, convirtiéndose en una especie de espíritu benéfico que podría llegar a alcanzar ese alma inmortal que tanto anhelaba. Pero el daño ya está hecho: tanta mención a caminar sobre cuchillas y la posibilidad de que la sirena actuase de un modo más egoísta que amoroso son puntos muy interesantes de la narrativa de Andersen que sus numerosas adaptaciones se han ocupado de eliminar.

Pero no solo de lo políticamente correcto viven los narradores de nuestros días. Hay quien gusta de recuperar lo más antiguo y salvaje de los cuentos infantiles. En este sentido ha sido especialmente productivo el cómic: la popular Fábulas de la colección Vertigo de DC reinventa a los personajes clásicos del cuento, y para ello recurre con frecuencia a su lado menos afable y moralista. De este modo, frente a la tendencia de modificar las narraciones tradicionales con el objetivo de “adaptarlas” para una época distinta, surge el interés por el reverso tenebroso de todos esos protagonistas con los que crecimos.

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