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Cómo ha cambiado el cuento (I)

AutorGabriella Campbell el 21 de septiembre de 2012 en Divulgación

Cuentos tradicionales

Es posible que haya libros o relatos que no deberían leerse a cierta edad. Y no hablo de su contenido sexual o político, sino de algo mucho más sencillo: dan demasiado miedo. Así, hay libros que caen en nuestras manos a una edad muy temprana y que se convierten en fuente inagotable de temores y pesadillas.

Cualquier cosa puede impresionarnos de manera extraña y lo mejor es que esa fobia irracional nos puede acompañar durante el resto de nuestras vidas. Es más, algunas de las mejores historias de terror son, de hecho, cuentos infantiles. En un artículo de Lecturalia hablamos hace ya tiempo de las lecturas no tan infantiles, de mitos, leyendas y narraciones repletas de atrocidades que con el tiempo se han ido suavizando y adaptando a nuestros tiempos. Pero apenas mencionamos de pasada algunos de los relatos más llamativos de la tradición oral y escrita.

No hablamos, por ejemplo, de Caperucita roja y su significado cultural. Algunos argumentan que el color de la capucha de Caperucita simboliza la llegada de la menstruación, de la pubertad, y defienden que la historia tiene un valor importante de advertencia para las mujeres jóvenes contra los depredadores sexuales. Pero parece ser que el color de la capucha fue algo que introdujo Perrault en su adaptación de la tradición oral. Si seguimos excavando, investigando acerca del origen del mito de la niña vestida de rojo y el lobo feroz que la persigue, descubrimos temas aún más terribles. Las primeras versiones del cuento hablan de cómo el lobo (o más bien un hombre lobo) le da de comer a Caperucita la carne y sangre de su propia abuela, y de cómo la obliga a desnudarse y tumbarse junto a él en la cama. Muy lejos del cuento de hoy en día, donde el lobo mete a la abuela en el armario y un aguerrido leñador acaba salvando a las damas en peligro. En algunas variaciones más recientes no hay ni derramamiento de sangre: al lobo se le introducen piedras en el estómago mientras duerme, y al ir a beber muere ahogado. Sea la versión que sea, la historia es evocadora, y hay más de una película y más de una novela inspirada en este texto.

El tema caníbal lo encontramos también en otro favorito infantil: Los tres cerditos. Por mucho que se edulcore la historia, esta narración en la que tres hermanos cerditos abandonan la seguridad de su hogar para vérselas con el mundo real, donde tendrán que defenderse de, entre otras cosas, un animal salvaje que quiere devorarlos (y sí, aquí también puede haber lecturas de índole sexual), es un tanto incómoda. Y el final no se queda corto: el cerdito que sobrevive termina comiéndose al mismo lobo que antes se había zampado a sus dos hermanos (si bien en otras versiones éstos consiguen salvarse resguardándose en el hogar del último cerdo).

En la segunda parte del artículo hablaremos de más cuentos e historias infantiles en los que subyacen elementos que normalmente no consideraríamos aptos para niños, y de cómo se han ido transformando a lo largo del tiempo.

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