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La letra con euros entra

AutorRaquel Vallés el 15 de marzo de 2012 en Noticias

Lectura de niños

Ha saltado a los medios estos días que SABAM, la sociedad encargada de gestionar los derechos de autor en Bélgica, está exigiendo a las bibliotecas públicas el pago, en concepto de derechos de autor, no ya por el préstamo de libros, que ya se cobra, sino por las lecturas para niños, una actividad común en muchas bibliotecas y una manera de acercar a los más pequeños la literatura y la propia biblioteca. SABAM lleva años distinguiéndose por ser una de las sociedades de gestión de derechos más beligerantes y, a pesar de algunos reveses judiciales en su persecución de las descargas, ha obtenido sonoros éxitos como la obligación de tener que pagar por publicar fotos del Atomiun; siempre y cuando podamos considerar semejante estupidez un éxito.

Volviendo al tema de la lectura para niños no estaría mal que alguien le recordara a la SABAM que la UNESCO considera como una de las finalidades de las bibliotecas públicas crear y consolidar el hábito de la lectura en los niños desde los primeros años y estimular la imaginación y creatividad de niños y jóvenes aunque vamos a suponer que lo que es una biblioteca pública o para que sirve les debe importar poco a los abogados de la SABAM que, después de todo, solo miran por sacar el máximo provecho para sus asociados; provecho económico e inmediato, por que si no se fomenta la lectura entre los niños ya veremos cuántos lectores tienen en el futuro.

Aunque se trate de poco dinero, se habla de unos 250 euros por año aunque dependerá de la cantidad de actividades, hay que sumarlo a las restricciones presupuestarias por la crisis pero, sobre todo, hay que plantarse (escandalizarse) ante esta monetarización de la difusión de la cultura, esta manera de entender la literatura solo como un negocio no como un derecho o como una manifestación social única que se retroalimenta de la misma sociedad de la que nace.

Este es solo un caso más, aunque muy llamativo, del daño que se hace al dejar, de manera exclusiva, en manos de tecnócratas (abogados, gestores) cuestiones en las que debe regir más el sentido común que el literal de la ley, ley escrita por otros tecnócratas e interpretada por los mismos.

Raquel Vallés

(Valencia, 1973) Bibliotecaria y eterna estudiante, vive rodeada de gatos y libros, siempre en busca de un buen asesinato.

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