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Johnny Depp será finalmente Sancho Panza

AutorVíctor Miguel Gallardo el 5 de junio de 2009 en Noticias

Lost in La Mancha

O al menos el actor que haga de Alonso Quijano en The Man Who Killed Don Quixote, la futura película de Terry Gilliam, así lo creerá (porque Depp será realmente un ejecutivo del siglo XXI que habrá viajado atrás en el tiempo, no su escudero). Pero para que eso ocurra, habrá que ver si Gilliam es capaz esta vez de completar un proyecto que, ya hace unos años, tuvo que abandonar debido a una serie de incidentes de todo tipo. Para el que esté interesado en conocer todo lo referente a este inacabado proyecto seguro que le resultará interesante el visionado de Lost in La Mancha, un documental bastante atípico narrado por Jeff Bridges: Keith Fulton y Louis Pepe estaban, en un principio, recogiendo material visual durante el rodaje que les permitiría montar posteriormente un making-of de la película. El problema surge, claro está, cuando la producción (después de una semana infernal) se suspende. ¿Qué hacer con todo lo filmado? Fulton y Pepe lo convirtieron en el que tal vez sea el primer unmaking-of de la historia. Hablando en cristiano: un “cómo se hizo” de algo que jamás llegó a terminarse. Muy interesante para comprobar que, al contrario de lo que mucha gente cree, el rodaje de cualquier película, aunque implique a superestrellas como Johnny Depp o Vanesa Paradis, depende de tantos imponderables que, a veces, no hay más remedio que renunciar a seguir filmando (y eso pese a las pérdidas económicas y, ¿por qué no decirlo?, de prestigio).

A Terry Gilliam se le puede acusar de muchas cosas, pero en especial de dos: de haber sido el artífice de uno de los mayores batacazos de la historia del cine (estamos hablando de Las aventuras del barón Munchausen, en 1988) y de tener su parte de culpa en la suspensión en 2002 de su proyecto sobre El Quijote (esas localizaciones junto a una base aérea…). Sin embargo, este ex componente de los Monty Python (el único estadounidense del grupo), siempre ha sabido recuperarse. Después de su fracaso de finales de los 80 (la película costó cincuenta y dos millones de dólares y sólo recuperó cuatro) cualquiera habría pensado en que su carrera estaba muerta. Sin embargo, tres años más tarde firmó un trabajo, el de El rey pescador, que pese a no ser perfecto dejaba bien claro que Gilliam quería seguir en la brecha, cosa que demostró con las posteriores Doce monos (una buena, a su manera, película de ciencia ficción) y Miedo y asco en Las Vegas.

Bellucci

Fue entonces cuando aparecieron los gigantes (que no molinos) que acabaron con el primero de sus proyectos quijotescos. El documental Lost in La Mancha en parte puede servir para restarle deméritos personales al bueno de Gilliam, pero lo único cierto es que se habían tirado a la basura muchos años de pre-producción y una buena cantidad de dinero con la que muchos otros directores, menos cotizados, podrían haber hecho su propia versión de El Quijote (¿por qué no John Singleton ambientando la acción en los suburbios de Detroit o Chicago?).

No creo que ni Tideland ni El secreto de los hermanos Grimm, sus dos posteriores películas, le hayan dejado satisfecho (ni a él ni a la crítica, en todo caso a algunos fanáticos de la imaginería propia del cineasta). Tampoco tiene él la culpa (obviamente) de la muerte de Heath Ledger, que ha descabezado la idea original de The Imaginarium of Doctor Parnassus, una película que se estrena en breve en todo el mundo y que, sinceramente, tiene toda la pinta de ser uno de los mayores (y más risibles) fracasos del cine de los últimos tiempos. Que ya es difícil contando con el consabido Ledger, Johnny Depp (sí, él de nuevo), Colin Farrell y Jude Law.

La industria cinematográfica ya lleva mucho tiempo perdonándole sus excesos a Terry Gilliam. Es más que evidente su talento visual, hay que reconocérselo. También que, de una vez por todas, debería rodearse de un puñado de buenos guionistas que limiten sus excesos, encauzándolos hacia posiciones, si bien no menos innovadoras, sí al menos más digeribles. The Man Who Killed Don Quixote podría ser la última oportunidad para que Gilliam demuestre a todos sus detractores que algo queda en él del genial director de Brazil. Yo, por ejemplo, estaré deseando reconocer que me equivoqué.

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